La entrada triunfal
11:1-10 – Mt 21:1-9; Lc 19:29-38
11:7-10 – Jn 12:12-15
1Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagué y a Betania, junto al monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos
2con este encargo: «Vayan a la aldea que tienen enfrente. Tan pronto como entren en ella, encontrarán atado un burrito, en el que nunca se ha montado nadie. Desátenlo y tráiganlo acá.
3Y, si alguien les dice: “¿Por qué hacen eso?”, díganle: “El Señor lo necesita, y en seguida lo devolverá”».
4Fueron, encontraron un burrito afuera en la calle, atado a un portón, y lo desataron.
5Entonces algunos de los que estaban allí les preguntaron: «¿Qué hacen desatando el burrito?»
6Ellos contestaron como Jesús les había dicho, y les dejaron desatarlo.
7Le llevaron, pues, el burrito a Jesús. Luego pusieron encima sus mantos, y él se montó.
8Muchos tendieron sus mantos sobre el camino; otros usaron ramas que habían cortado en los campos.
9Tanto los que iban delante como los que iban detrás gritaban:
—¡Hosanna!11:9 Expresión hebrea que significa «¡Salva!», y que llegó a ser una exclamación de alabanza; también en v. 10.
—¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!11:9 Sal 118:25,26
10—¡Bendito el reino venidero de nuestro padre David!
—¡Hosanna en las alturas!
11Jesús entró en Jerusalén y fue al templo. Después de observarlo todo, como ya era tarde, salió para Betania con los doce.
Jesús purifica el templo
11:12-14 – Mt 21:18-22
11:15-18 – Mt 21:12-16; Lc 19:45-47; Jn 2:13-16
12Al día siguiente, cuando salían de Betania, Jesús tuvo hambre.
13Viendo a lo lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si hallaba algún fruto. Cuando llegó a ella solo encontró hojas, porque no era tiempo de higos.
14«¡Nadie vuelva jamás a comer fruto de ti!», le dijo a la higuera. Y lo oyeron sus discípulos.
15Llegaron, pues, a Jerusalén. Jesús entró en el templo11:15 Es decir, en el área general del templo; también en v. 16. y comenzó a echar de allí a los que compraban y vendían. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas,
16y no permitía que nadie atravesara el templo llevando mercancías.
17También les enseñaba con estas palabras: «¿No está escrito:
»“Mi casa será llamada
casa de oración para todas las naciones”?
11:17
Is 56:7
Pero ustedes la han convertido en “cueva de ladrones”».
11:17
Jer 7:11
18Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley lo oyeron y comenzaron a buscar la manera de matarlo, pues le temían, ya que toda la gente se maravillaba de sus enseñanzas.
19Cuando cayó la tarde, salieron11:19 salieron. Var. salió. de la ciudad.
La higuera seca
11:20-24 – Mt 21:19-22
20Por la mañana, al pasar junto a la higuera, vieron que se había secado de raíz.
21Pedro, acordándose, le dijo a Jesús:
—¡Rabí, mira, se ha secado la higuera que maldijiste!
22
—Tengan fe en Dios —respondió Jesús—.
23Les aseguro11:22-23 Tengan fe … Les aseguro. Var. Si tienen fe … les aseguro. que, si alguno le dice a este monte: “Quítate de ahí y tírate al mar”, creyendo, sin abrigar la menor duda de que lo que dice sucederá, lo obtendrá.
24Por eso les digo: Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán.
25Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados.11:25 pecados. Var. pecados. 26 Pero, si ustedes no perdonan, tampoco su Padre que está en el cielo les perdonará a ustedes sus pecados.
La autoridad de Jesús puesta en duda
11:27-33 – Mt 21:23-27; Lc 20:1-8
27Llegaron de nuevo a Jerusalén, y mientras Jesús andaba por el templo, se le acercaron los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos.
28—¿Con qué autoridad haces esto? —lo interrogaron—. ¿Quién te dio autoridad para actuar así?
29
—Yo voy a hacerles una pregunta a ustedes —replicó él—. Contéstenmela, y les diré con qué autoridad hago esto:
30El bautismo de Juan, ¿procedía del cielo o de la tierra?11:30 la tierra. Lit. los hombres; también en v. 32. Respóndanme.
31Ellos se pusieron a discutir entre sí: «Si respondemos: “Del cielo”, nos dirá: “Entonces, ¿por qué no le creyeron?”
32Pero, si decimos: “De la tierra”…» Es que temían al pueblo, porque todos consideraban que Juan era realmente un profeta.
33Así que le respondieron a Jesús:
—No lo sabemos.
—Pues yo tampoco les voy a decir con qué autoridad hago esto.
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